
2 corintio 12:9
A veces creemos que nuestros problemas personales son sólo nuestros, y que no
afecta nada a los demás. Pero todo lo que nos afecta a nosotras, también afecta a
quien nos rodea. Todo el mundo está interconectado, y nuestras pequeñas cosas
acaban teniendo consecuencias sobre otras personas en modos que ni se nos
ocurre pensar. No podemos escapar de quienes somos al relacionarnos con otras
personas, hagamos lo que hagamos, somos quienes somos. La historia no se borra,
se suma. Por eso a la hora de observar nuestras dificultades con la autoestima es
muy importante entender que de ella depende la forma en la que nos tratan las
personas de nuestro alrededor, pues a través de la autoimagen, de la idea que
tenemos acerca de nosotros mismos, les enseñamos a los demás cómo tratarnos.
Si tu autoestima está mal, los demás te verán mal: Si tienes la autoestima
desequilibrada puedes provocar dos versiones de ti misma, a escoger: la víctima
minusválida o la sabelotodo rígida. Ambas versiones tienen el mismo problema de
no saber valorarse, pero se refleja en polos diferentes y opuestos. Según cómo nos
comportemos, así nos verán por no haber sabido tener la autoestima equilibrada.
Pero gracias a Dios ahora nuestra autoestima es otra porque tenemos en quien
confiar, pero sobre todo a quien nos amó primero sin importar nuestra situación,
sobre nosotras
Cuidado con cómo te hablas a ti misma, porque estas escuchándote. Oración:
padre perdona todo lo malo que pensaba de mí que te fallaba en gran manera al no valorarme
y apreciar todo lo que soy, ahora sé que soy una princesa de Dios y una gran mujer de
bendición. Amen
Que mensaje tan poderoso. Si, cuidado como nos hablamos, nos estamos escuchando.
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