¿Quién subirá al Monte de Jehová?  

by Edith Villanueva

 
 Es decir ¿Quién podrá entrar en el Lugar Santísimo? La respuesta correcta o el requisito indispensable lo encontramos en salmos 24:4 nos dice: “El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño”.
 
Tener un corazón puro nos permite ver la santidad de Dios más claramente, nosotras las mujeres de fe confiamos y vemos su mano trabajando de manera más convincente en nuestras vidas y lo amamos sinceramente porque Dios es Fiel, sin mancha y puro, lleno de amor.

La palabra de Dios también nos dice en 2 Corintios 7:1 “así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”.
Deseamos intensamente poder verlo, en eso se basa nuestra fe y recompensa, en llevar una vida de integridad y santidad delante de Dios, separadas de la maldad y de lo que contamina nuestra vida. La limpieza de nuestras manos refleja el buen trato, tu trabajo eficiente y la bendición que tu ejerces alrededor de tu entorno. Pero es a través de la sangre de Cristo, que nuestras manos y nuestros corazones se han limpiado y purificado de todo el pecado que nos asediaba. Esto significa que gracias al sacrificio que Jesús hizo al morir en la cruz, su sangre derrama fue ofrecida en sacrificio por nuestros pecados y es por eso por lo que nosotras somos capaces de servir y adorar a Dios.

Es el espíritu santo que vive en nosotras es quien nos ayuda en nuestras debilidades y es también nuestro guía para mantener una relación correcta con Dios. Una de las bendiciones es que la pureza elimina los obstáculos que nos impiden ver a Dios. La única vida que realmente agrada al Padre es aquella que tiene una pureza tanto externa como interna, ya que puedes fingir pureza al verte bien, pero realmente tus verdaderas acciones te delatarán.
 Bienaventurados los puros de corazón porque verán a Dios, es una promesa escrita en la biblia, nosotras anhelamos verlo, porque es el deseo de nuestro corazón llevar una vida en santidad simplemente porque Dios ha cambiado nuestra naturaleza y nos ha dado una naturaleza regenerada que lo anhela a él. Con el Espíritu Santo que mora en nosotras, se quitan las vendas que no nos dejaba mirar en otro tiempo sin cristo, pero ahora podemos ver el mundo y nuestras vidas con una luz completamente nueva; Una perspectiva completamente nueva porque vivimos una vida agradable delante del señor.

Entonces te pregunto ¿Quién puede trepar hasta la cima de su morada y contemplar su belleza? ¿Quién se atreve a entrar por esa puerta? La mujer que anda en integridad y hace justicia. 
La comunión con Dios en una vida de adoración que lo abarca todo, la dicha de vivir en la Presencia de Dios en el monte santo. Dios nos esta llamando a su subir a su santo lugar porque quiere bendecirnos, levantarnos, prosperarnos y llenarnos de su presencia por encima de todo principado y de todos los poderes que existen en este mundo.  Dios tiene preparado la entrada a la nueva Jerusalén reservada y preparada para el pueblo de Dios porque tenemos la ciudadanía celestial y nuestro pasaporte es una vida santa, vivimos en santidad porque tenemos esa conexión diaria que nos permite obtener una relación personal e íntima de adoración con Jesucristo.
 
“Quiero, pues, que en todas partes los hombres oren, levantando las manos al cielo con pureza de corazón, sin enojos ni contiendas”. 1 Timoteo2:8

 
 
 
 

 
 
 
 
 

 

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