(Proverbios 4:23b)
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
Pensamos en el corazón como el centro de nuestras emociones. Pero es más que eso: es la fuente de nuestros deseos, imaginaciones, motivos e intenciones. Por eso dice el Señor:
(Proverbios 4:23b)
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
De la misma manera que un combustible de mala calidad hace que tu coche no funcione bien, Jesús dijo: “…lo que sale… del corazón… esto contamina al hombre. los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:18,19). Y también dijo: “El hombre bueno… de su corazón saca lo bueno. y el hombre malo… lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45).
Entonces ¿cómo está hoy tu corazón? ¿Te molestas con facilidad? ¿Comparas y te resientes continuamente? Cuando oyes murmuras, ¿haces callar o los divulgas? ¿Qué clase de pensamientos albergas? Tus respuestas revelan el estado de tu corazón. Jesús dijo que aquellos con corazones puros verán a Dios (en todo y actuarán en consecuencia) (ver Mateo 5:8).
Sólo se puede conseguir un producto puro si se va directamente a la fuente y se limpia las “tuberías”. Hacemos las cosas al revés: tratamos de limpiar primero el exterior… ¡Pero esto no funciona! Si un árbol produjera mal fruto, no tratarías sólo el fruto, ¿verdad? No, ¡tratarías la raíz! De la misma manera, no basta simplemente el tratar de cambiar los malos hábitos; debes ir al corazón del problema, ¡que es el problema del corazón! David entendió esto, así que oró: “Crea en mí, Dios, un corazón limpio…” (Salmo 51:10). ¿No crees que tú también deberías orar lo mismo?