POR Maria Antonia
No podemos negar que cada vez que tenemos alguna ocasión especial, buscamos vernos bien y aun obtener el atuendo y los accesorios perfectos para ese momento o día. El deseo o esmero de vernos bien o distinguirnos, ¡hasta nos hace ir de compras!
Y es que como parte del hermoso regalo de la feminidad que el Padre nos dio esta el vernos lindas, y eso no esta mal; es grandioso que podamos lucir bien.Pero mas allá de que sea grandioso resulta maravilloso estrenar a diario, si estrenar un vestido nuevo!
En el principio cuando Adán y Eva se dieron cuenta que habían pecado la biblia nos cuenta como buscaron hojas y se taparon, este sin duda fue su primera vestimenta; puedo imaginar a Eva, avergonzada al saberse y verse desnuda, y peor aún sentirse culpable por lo sucedido con la serpiente en el huerto.
Cuando caminamos o vivimos sin Dios, andamos por la vida desnudos,llenos de pecado, heridas del pasado, resentimientos y falta de perdón, pero la vida que Cristo ofrece nos redime nos sacia, nos perdona y liberta que ninguna culpabilidad puede venir a nuestras vidas que el poder de la palabra no pueda anular.
¡Querida mujer, querida bella, déjate vestir por tu creador, déjate vestir por el amado!
El Padre ha diseñado un atuendo a tu medida, hermoso, colorido, radiante que resalta tu interior y embellece tu exterior.
¿Y que hacemos para tener ese vestido nuevo, confeccionado por el Creador?
Reconociendo que somos de El, que El ya pagó por nuestros pecados, recibiendo su libertad y perdón en nuestros corazones y perdonar a los que nos dan ofendido.
La biblia dice: en Génesis 3:21
Y el SEÑOR Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió.
El mismo Dios preparó nuevas vestiduras para Adán y Eva (estoy segura que el de Eva era hermoso), ellos dejaron las hojas y poseyeron las que Dios le entregó.
Yo te desafió y animo hoy, ¡Deja las hojas! Y ponte el vestido que El Padre te da, ve más allá.
Ora conmigo así: Amado Señor en esta hora, te pido perdón por mis pecados, restaura mi corazón sana todas mis heridas y hazme libre para vivir una vida victoria y que agrade tu nombre, yo se que puedo, yo soy libre y quiero ese vestido nuevo que tienes para mi; en el nombre de Jesús yo lo recibo, amén.