Por: Orfa Ramírez
Isaías 32:2 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa.
Una de las necesidades emocionales que requerimos como mujeres es la seguridad, la que esperamos normalmente de un hombre, ya sea de nuestro padre o del cónyuge. El varón normalmente piensa que al cubrir esa necesidad afectiva por una vez, la mujer se siente feliz; sin saber que no es solo por un momento, sino debe ser demostrado una y otra vez.
Las seres humanos no somos perfectos y de alguno u otra forma fallamos, porque posiblemente padecemos de ese algo que nos piden que demostremos.
En Isaías 32:2 se dice de un varón en donde se pueden apreciar muchas características que nos pueden satisfacer y hacernos sentir seguras:
Y Será aquel varón como escondedero contra el viento…
Es aquel, en el cual nos podemos refugiar, cuando los vientos de aflicción soplan fuerte queriéndonos derribar.
…y como refugio contra el turbión;…
Es aquel, en el cual tenemos protección de las tempestades, que quieren arrasar con nuestra paz.
…como arroyos de aguas en tierra de sequedad,…
Es aquel, que provee el agua que puede saciar nuestra sed, cuando pasamos por las pruebas del desierto, en donde pensamos que no haya ni una gota que riegue lo seca que puede estar nuestra alma.
…como sombra de gran peñasco en tierra calurosa.
Es aquel, en el cual en medio de la fatiga o del cansancio de los afanes de la vida, podemos refrescarnos, dando a nuestras almas la frescura de su sombra.
La respuesta a nuestra pregunta: ¿Quién es, ese varón?
El único que con esas características, es aquel que lo dio todo por amor: ¡JESÚS!, el que se dio sin reservas, el que nos conoce y sabe cuál es nuestra necesidad.
Él es nuestro refugio, nuestro protector, es el río de agua de vida eterna, es el que nos cubre con su sombra, en el cual estamos seguras.
Si no le conoces, él te está buscando, para que puedas ser satisfecha. Si te has apartado de él, regresa sin titubeos a sus brazos de amor y protección.
Oremos:
¡JESUS!, de lo más profundo de mi ser te necesito; deseo que tú seas ese varón que he estado buscando por tanto tiempo, solo tú puedes satisfacer todas mis necesidades, satisface mi alma, satisface mi sed, se mi refugio, mi protector, no hay otro varón que se te pueda igualar. Te lo pido con todo mí ser.
Amén.