La oración que trae paz

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Por María Luisa Godoy

En mi angustia invoqué al Señor, clamé a mi Dios y Él me escuchó desde su templo, ¡mi clamor llegó a sus oídos! Salmo 18:6

A veces pareciera que es más fácil tirar la toalla que seguir luchando.  Los problemas nos abruman.   ¿Cómo evitarlo?  Una enfermedad terminal es devastadora.  Una adicción no es fácil de sobrellevar.  La depresión no se puede expresar o explicar fácilmente.  La pérdida de esperanza llega más fácil de lo que imaginamos.  ¿Cómo seguimos adelante cuando creemos que no hay una luz o salida delante de nosotros? ¿Cómo seguir adelante cuando no hay sentido ni propósito?

Dice el versículo: En mi angustia, invoqué al Señor y Él me escuchó.  Que lindo escuchar eso. Que Dios nos escucha. Cuando parece que todo está mal, que nada funciona, que no podemos encontrar sentido a las cosas. Dobla tus rodillas e invoca al Señor pues Él te escucha. Tu clamor llega a sus oídos.  No importa qué tan difícil sea tu problema.  Él te escucha. No pienses que Dios te ha abandonado.  No pienses que no le interesas.  Él está contigo. Él ya envió a Jesús para sufrir por ti y poder reconciliarte con Él. Las circunstancias pueden ser intolerables pero no podemos caer en el orgullo y pensar que nadie nos entiende y que no merecemos lo que está pasando.  Solamente Dios sabe por qué permite las cosas. Mientras más aprendemos a depender de Él más bendiciones recibimos.  ¿Qué quiere trabajar Dios contigo? Hagamos una pausa y meditemos en ello pero sobre todo, tengamos la certeza, la confianza, de que Dios escucha nuestro clamor y nuestra oración llega a sus oídos.

Padre: Alabado seas.  La gloria es para Ti y te entrego mi vida entera.  Perdona que cuestione tus planes.  Perdona mi orgullo y guíame para que aprenda a morir a mí y dejarte crecer cada día más en m corazón. Escucha mi oración mi Dios y trae paz y consuelo a mi vida.  Lléname de Ti y bendice mi camino.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén

 

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