A lo largo de nuestra vida nos suceden situaciones similares. ¿Nos has pensado nunca que ya has dado todo lo que puedes en tu trabajo, familia, amigos…? Como si ya hubieras agotado toda tu creatividad y que no te tienes mucho más que aportar.
Hay momentos donde nos encontramos débiles, agotadas, desanimadas… Estamos en un punto donde, o nos renovamos como las águilas o iremos de mal en peor.
Esta transformación no es gratuita. Nos exigirá parar, hacer un alto en el camino, reflexionar, hacer una introspección y así, saber cuáles son los picos, plumas y uñas de las que debemos desprendernos.
Cada uno puede identificarlas fácilmente en sus vidas: son aquellas actitudes, vicios y costumbres que nos impiden el cambio, que nos atan al pasado, a la mediocridad a la falta de ánimo para empezar la lucha.
También puede tratarse de resentimientos, complejos, baja o alta autoestima, que nos nublan la vista y la capacidad de ser objetivos con nosotros mismos. Debemos desprendernos de costumbres, tradiciones y recuerdos que nos causan dolor. Solamente libres del peso del pasado podremos aprovechar el resultado valioso que una renovación siempre trae.
Isaias 40:30-31 Aun los mancebos se fatigan y se cansan, y los jóvenes tropiezan y vacilan, pero los que esperan en el SEÑOR renovarán sus fuerzas; se remontarán como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.