Por: Gloria Mendoza
2 de mayo de 2018
“…¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?”
(1º. Samuel 17:24-27)
¿QUE SON LOS GIGANTES EN TU VIDA?
Un gigante en tu vida es todo aquello que lo ves más grande que tu y que sabes bien que tu sola no lo podrás vencer, puede que se llame depresión, ansiedad, deuda, soledad y tu misma ponle nombre.
Los gigantes te gritan en la cara y te quieren hacer “ver” lo grande que son y lo invencibles que son, ellos quieren hacerte creer que tu realidad de hoy será tu realidad para toda la vida.
Hoy vamos a estudiar según la historia de Davi, pasos para la ganar batalla contra nuestros gigantes.
Identifique al gigante con que empezará a batallar, el más grande que haya hoy en su vida, al que anhele vencer más que a ningún otro, ¿Ya lo tiene?, entonces:
PREGUNTA QUÉ RECOMPENSA VIENE?
Lo primero que hizo David fue en el versículo 26, preguntar cuál era la recompensa de vencer al gigante. El rey le daría riquezas, lo haría su yerno y bendeciría a su padre. Valía la pena luchar entonces!!!
Visualiza y entiende cual será tu futuro al vencer a ese gigante, y no solamente tendrá impacto en ti sino es tus generaciones, tu que eres madre sabes que de tu libertad depende la de tus hijos, y los hijos d tus hijos. Por eso vale la pena luchar!.
MUCHOS TE DIRÁN QUE NO PELEES ESA BATALLA
(NVI) 1º. Samuel 17:28 “28 Eliab, el hermano mayor de David, lo oyó hablar con los hombres y se puso furioso con él. Le reclamó:—¿Qué has venido a hacer aquí? ¿Con quién has dejado esas pocas ovejas en el desierto? Yo te conozco. Eres un atrevido y mal intencionado. ¡Seguro que has venido para ver la batalla!
¿Qué nos enseña esto? Que aun tu propia familia puede poner tropiezos y dudar de lo que Dios hará por medio de ti, puede ser que su tradición, religión se dejen llevar por sus propios miedos, de sus propios tropiezos.
También cuando te hallas decidido a levantarte a pelaar y superar tus miedos , otros y aun tus pensamientos te van a querer desanimar diciéndote que eres muy pequeña y débil para ese problema tan grande, que no vas a poder, que te va a ir peor, pero tu responde como David diciéndole como Dios ha intervenido en tu pasado, trae a memoria las veces que has visto pelear a Dios tus batallas, cuando te libró de esa enfermedad, cuando te envió ese trabajo y te sacó del desempleo, trae a memoria todas las veces que pensando que te iría muy mal, te libró, las veces que te salvó la vida en un accidente, las veces que te ha dado victorias.
ÁRMATE CON EL PODER QUE HAY EN TU BOCA
Cuando te decidas a vencerlo, el gigante gritará más fuerte, será más específico contra ti. Lo que esto nos enseña es que las circunstancias se pueden poner más difíciles, porque una cosa es que oigas al gigante decir el que se meta conmigo lo destruiré, que te digan cuando te llegue el divorcio querrás salir huyendo, cuando repruebes el examen querrás abandonar tus sueños, se siente tan feo que tus padres te ignoren, que tu pareja te engañe, todo esto es duro, pero que la circunstancia te grite a ti específicamente, te voy a destruir tu matrimonio, te voy a dejar sin estudiar, te voy a hundir en deudas, te voy a encarcelar en depresión, o te voy a arruinar tus sueños con pobreza, eso es otra cosa.
David comenzó a hablarle al gigante, pero no le habló de sus habilidades, le habló de Dios, se concentró en el poder de Dios y no en el tamaño y fuerza del gigante, puso a Dios a pelear por él. Dile que Dios te diseñó para la victoria por que Jesús venció en la cruz a tus gigantes.
Ahora comience a hablarle específicamente a su gigante:
– Dígale que su matrimonio será restaurado y ejemplo para otros en Cristo Jesús.
– Dígale que usted no está más sola, que Dios está con usted y la llena de amor de su familia.
– Dígale a esa enfermedad que Jesús pagó por ella en la cruz y se la llevó y ordénele en el nombre de Jesús a esa parte de su cuerpo que sea sana.
– Dígale a las deudas, la pobreza y la escasez que Jesús se hizo pobre para enriquecerlo a usted y declare usted es prosperada en el nombre de Jesús.
Ora conmigo:
Señor Jesús, se que tengo de tu poder para vencer mis batallas, entiendo que con tu ayuda todo lo puedo, hay poder en mi fe, por lo tanto lo que crea y declare será hecho. Yo le hablo a mi gigante y le digo vengo con el poder de Cristo Jesús quien venció en la cruz del calvario por mí y te derribo en el nombre de Jesús. Amén.