Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:10
Dios nos hace recordar la insignificancia que tenía mi vida, lo equivocada que vivía antes de venir de nuevo a sus pies, no pude evitar conmoverme y decirle al Padre cuanto le amaba por ser parte de este versículo con ustedes compartido. Qué no somos mujeres perfectos, cuando en el fondo todas sabemos de dónde nos ha sacado Dios, algunas dicen es que mis pecados no eran tan grandes como los de otras pero a los ojos del Creador todos éramos iguales, y he llegado a pensar que entre más viles fuimos más vemos manifiesta la gloria de Dios en nuestras vidas.
En Lucas 7:36-47 nos cuenta la historia cuando Jesús en el hogar de Simón el fariseo fue perfumado por aquella mujer pecadora, eran tantos sus pecados que al comprender el amor y el Perdón que Jesús le había dado, dice la palabra que más le amo, y el verso 47 concluye diciendo que al que más le ha sido perdonado ama más que aquel que se le perdona poco.
Hoy puedo decir que amo tanto, porque tanto me ha perdonado y sigue perdonando mi Señor.
La próxima vez que se sienta tentada a creerse más santo, más alto y más digno, le invito a tomar un segundo y pensar en que si está en ese lugar de privilegio es porque la Sangre de Jesucristo pago el precio de nuestra vileza, amaremos más y también podremos amar a otros como Cristo nos amó primero.
Jeremías 15:19 “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.”
En cada uno de nosotras Dios quiere hacer una obra preciosa para poder exhibirnos como una obra terminada de su Gracia y de su misericordia. Dios en todo este tiempo ha estado haciendo lo que dijo que iba a hacer en mi vida.
Dios esta primero pidiéndonos conversión “si te convirtieres, yo te restaurare”. La restauración tiene que ver con aquello con lo que hemos perdido y Dios nos lo quiere restaurar: santidad, devoción, entrega, llamado, servicio, familia, matrimonios; pero muchos de nosotras no estamos dispuestas a ceder en nuestro orgullo, en nuestra naturaleza carnal, porque para eso necesitamos aceptar que ya no podemos seguir, llegamos al límite de nuestras fuerzas, de nuestro entendimiento, con nuestra sabiduría humana; pero Dios para restaurarnos nos quiere humillados a lo sumo. La Palabra dice que todo lo que sucede opera para bien, pero para que eso se dé debemos humillarnos, porque “al que se humilla Dios lo exalta, pero al que se exalta Dios lo humilla”.
En el libro de Juan 4 dice que el Señor busca verdaderos adoradores, que le adoren en Espíritu y en verdad. Dios le estaba hablando a una mujer que había tenido cinco maridos y el que tenía no era su marido, debido a su pecado ella no iba a la hora normal a traer agua, porque muchos querían condenarla, y fue allí donde se encontró con uno que saca lo precioso de lo vil y le dio de un agua de la que no tendría sed jamás, esa mujer fue tan impactada al entresacarla de lo vil, de lo menospreciado, de aquello que la gente ya no podía ver; pero esa mujer necesitaba que el Señor de la gloria le extendiera su mano y la sacar la vileza en la que estaba: una vida promiscua, una vida sexual desordenada, con muchos maridos; pero fue tan impactada esta mujer que fue a predicarle a toda una ciudad y todo una ciudad, dice la escritura, fue a oír a Jesús debido al testimonio que dio ella sobre lo que hizo Jesús y dice que llego en el momento en el que le dijeron a la mujer “ya no creemos por lo que tú dices, sino por lo que Él dice” entonces nuestra obligación es hablar de lo que Él es y lo que Él hace, y cuando lo oigan a Él y lo conozcan, ya no nos van a creer por lo que nosotros decimos, sino por lo que Él ya hizo por esa persona, por esa ciudad, por esa nación.
El libro del profeta Zacarías dice “no te olvides de tus pequeños inicios” ese es el problema de muchos de nosotros, que se nos olvida de donde Dios nos sacó. A la samaritana el Señor la entresaco de lo vil y la volvió una mujer útil en sus manos, la limpió; en Efesios dice que debemos ser limpios por el agua de la Palabra; le dio Palabra, la limpió y la comisionó y fue a hablarle a un pueblo, a una ciudad.
¡ Mujer, haz que las piedras preciosas brillen en tu interior!